Hace años, empecé a internarme tímidamente en la zona de
pánico. Es un viaje sin retorno, con un destino tal vez incierto, aunque la luz
que se divisa al final del túnel siempre es atrayente y seductora.
Elegí el camino de las terapias alternativas un poco por
casualidad, o quizás no fue tan casual… es un recorrido abrupto y lleno de
obstáculos.
Un maestro japonés me enseño que “un camino fácil no es un buen camino”
Tal vez, lo mas complicado es comprender que antes de sanar
a los demás, el terapeuta debe sanarse a si mismo. Tomar conciencia de sus
miedos, creencias y limitaciones, asumirlos y cambiar todo lo que deba ser
cambiado.
¿A quien puedo ayudar, si no soy capaz de ayudarme a mi
mismo?
El camino sigue, no tiene fin. Lo nuevo, lo desconocido, es
cada vez mas atrayente, y la evolución personal algo necesario.
¿Te atreves a soñar…?
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